La misión...


"Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca ; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abra
zado."

- Salomón, Proverbios 4:5-9 -

miércoles, 30 de noviembre de 2011

EL PLAN DE SALVACIÓN DE 1,500 A. C.

¿Qué pensarías si te dijera que desde mucho antes de Jesús, Dios ya había trazado la estrategia para que fuéramos salvos? Dios ya había puesto en práctica un plan a través de un hombre dispuesto a protagonizar un proyecto de libertad y de vida. Pero fue hace unos 3500 años. Fue un plan perfecto, pero el protagonista no fue fiel
Ha habido personas que marcan una era. Son aquellos que trastornan su entorno, a sus contemporáneos y todas las áreas de su mundo: político, social, cultural, económico, espiritual… unos verdaderos reformadores. Para entender mejor esto, quiero hablarte de dos personajes bíblicos que seguramente ya conoces, pero vamos a estudiarlos de una forma distinta, vamos a relacionarlos para que podamos entender la importancia y la trascendencia de lo que cada uno hizo, estos personajes son: Jesús y Moisés.
1. Sus nacimientos trataron de ser impedidos. En el caso de Moisés, el Faraón en su época mandó matar a todos los varones recién nacidos pero Dios lo salva. En el caso de Jesús, Herodes mandó matar a todos los bebés menores de 3 años, pero Dios le salva cuando María y José huyen a Egipto.
2. Fueron arrebatados de sus contextos, de su origen. En el caso de Moisés, después de ser salvado de morir, es separado de su familia y de su pueblo y es educado por la hija del Faraón. En el caso de Jesús, dejó todos sus privilegios en los cielos para venir a la Tierra a vivir como nosotros.
3. No se sabe de ellos en largo periodo de tiempo. En el caso de Moisés, después de huir de Egipto, empieza a vivir en el desierto, se casa, tiene familia y comienza a trabajar para su suegro, pero de esta etapa hasta el momento que Dios lo llama en la zarza, pasan cerca de 40 años. En el caso de Jesús, después de enseñar en el templo a la edad de 10 años, no se sabe de él sino hasta el momento en el que es bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, pero habían ya pasado 20 años.
- Aunque en la Biblia no se menciona qué fue de ellos en esos años, ciertamente fue un proceso de preparación de parte de Dios para ambos. Estaban en espera del inicio de sus respectivos ministerios.
4. Fueron puestos para traer libertad. En el caso de Moisés, su misión era sacar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto; este ministerio, fue anunciado por los profetas desde mucho tiempo antes, aproximadamente 450 años antes del llamado de Moisés. En el caso de Jesús, su misión era sacar a la humanidad de la esclavitud del pecado; este ministerio fue anunciado por los profetas cerca de 700 años antes del llamado de Jesús.
5. Tuvieron ministerios de poder. Dios hablaba y obraba a través de ellos por muchas señales, prodigios y milagros; además de que tenían la capacidad de hablar con Dios cara a cara. En el caso de Moisés, Dios hablaba y obraba con el pueblo a través de él por muchas señales: las 10 plagas, la apertura del mar rojo, la columna de fuego, la nube, el agua en la roca, el maná del cielo… En el caso de Jesús, Dios hablaba y obraba con el pueblo a  través de él por muchas señales: sanaba múltiples enfermedades, resucitaba muertos, multiplicaba los alimentos, caminaba sobre el agua, calmaba tempestades, liberaba endemoniados
6. Eran celosos de las cosas de Dios. En el caso de Moisés, una y otra vez se muestra la pasión y el celo que tenía por el respeto a Dios, y se expresaba a través de su fuerte carácter: su desesperación por la infidelidad del pueblo, su actitud al romper las tablas de los 10 mandamientos, su constante reclamo por tener que soportar al pueblo… En el caso de Jesús, su pasión y el celo por el respeto a Dios también se expresaba a través de su fuerte carácter: sus predicaciones confrontando a los religiosos, sus prácticas poco ortodoxas, su actitud al voltear las mesas de los comerciantes en el templo
7. Ambos se convirtieron en modelos a seguir.

A pesar de todas las similitudes, hay una diferencia fundamental entre ellos: mientras que el ministerio de Moisés murió con él, el ministerio de Jesús se cumplió con su muerte.
La obra de Moisés fue finita, porque a pesar de ser recordado y respetado en nuestros días, todas las cosas que hizo no tuvieron mayor trascendencia en el estilo de vida del pueblo de Israel, pues continuaron viviendo igual o peor que antes; el propósito de su ministerio no tuvo continuidad, por lo que no perduró, ya que el pueblo de Israel eventualmente volvió a caer en esclavitud varias veces.
La obra de Jesús es infinita y no caduca, porque a pesar de que murió, también resucitó y todas las cosas que hizo son trascendentales, porque las sigue haciendo en nuestros días y renueva nuestro entendimiento constantemente por la obra de su Espíritu, lo que nos lleva a ser mejores cada día; el propósito de su ministerio es replicable, por lo que perdura hasta nuestros días, ya que la libertad que brindó hace 2011 años la sigue dando hoy a cualquiera que la acepte.
La estrategia de salvación, había sido ya utilizada por Dios a través de Moisés para revelarnos la obra que Jesús haría 1500 años después. Dios estaba sentando las bases para lo que había de venir, es decir, Moisés era la sombra de lo que Jesús sería.
El ministerio de Jesús trasciende al de Moisés por una enorme ventaja. Mientras que la libertad que vino a través de Moisés consistía en cambiarlos de lugar (sacarlos de Egipto y llevarlos a la tierra prometida), la libertad que vino a través de Jesús consistía en cambiarlos de corazón: ya no se trataba sólo de ser libres externamente, sino de que tuviéramos libertad en nuestro interior, para ser verdaderamente libres.
¿Cómo es que Jesús trasciende a Moisés?
a) Por medio de Moisés Dios dio mandamientos, pero Jesús los cumplió y los redefinió.
b) Por medio de Moisés el pueblo conoció de Dios, pero a través de Jesús conocemos a Dios.
c) Por medio de Moisés el pueblo tuvo la tierra prometida (herencia terrenal), pero a través de Jesús tenemos el Reino de los cielos (herencia celestial).
d) Por medio de Moisés el pueblo obtuvo identidad, pero a través de Jesús tenemos legitimidad (no sólo decir que eres, sino serlo realmente).
e) Por medio de Moisés el pueblo tuvo su independencia, pero en Jesús tenemos dependencia (relación cercana con Dios).
f) Por medio de Moisés el pueblo tuvo la ley, pero en Jesús tenemos la gracia.

El reto más grande de Jesucristo, se basa en la perfección con la que ejecutó el plan de salvación, esto es, el haberse mantenido recto y firme en el cumplimiento de su ministerio. Fue tentado, insultado, provocado, menospreciado, burlado, ignorado, perseguido, difamado, traicionado, golpeado, humillado, azotado… mientras que Moisés, por un momento pierde de vista su objetivo, y en un arranque de ira ofende a Dios con su forma de actuar, que fue lo que finalmente le impidió entrar a la tierra prometida.
Donde un protagonista falló, el otro se mantuvo fiel hasta la muerte, y muerte de cruz, para que pudieras ser verdaderamente libre.
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un gran sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” –Hebreos 4:14-16-

miércoles, 19 de octubre de 2011

LA FE, UNA CUALIDAD SOBRENATURAL


Hebreos 10:35-39

Tal vez todos conozcamos distintas definiciones de la Fe, o tal vez todos tengamos una idea general o una idea propia de lo que significa la Fe; pero en esta ocasión quisiera que cambiáramos nuestra idea acerca de esta palabra que tanta polémica ha causado para quienes no la practican, y que, al mismo tiempo, ha sido la fortaleza de tantas y tantas personas a través del tiempo. 

Pero ¿qué es la Fe?... LA FE ES UN VERBO. El Espíritu Santo tiene que convencerte a ti, como me convenció a mí, de que la Fe es un verbo, y que debemos de entenderla y vivirla como tal.

Jesús entendía y vivía la Fe como un estilo de vida, es decir, que aplicaba la Fe en todos los aspectos de su vida. Él vino a hablar acerca de un Reino que se conquista por Fe y no por obras, un Reino que estaba al alcance de todo aquél que creyera que podía vivir en él. Hebreos 12:2 Esta cita nos habla de que Jesús es el autor y consumador de la Fe, es decir, que llevó la Fe de principio a fin: él accionaba la Fe, era algo que le acompañaba en todo momento y en toda circunstancia. Tan cercano contacto tenía con la Fe, que él sabía cuando alguien tenía Fe auténtica (Mateo 8:5-13).

La Fe es el medio por el cual Dios hace grandes cosas, de la nada:

+ Contra todo pronóstico.
+ Contra toda circunstancia.
+ Contra todo lo establecido… aún contra las leyes naturales (Mateo 21:21,22).

Lo que se ve, fue hecho de lo que no se ve, de la nada (Hebreos 11:3). Pablo mismo dice en 2Corintios 5:7 que nosotros andamos por Fe, no por vista; y esta frase encierra le idea  clave: andar por Fe. La Fe no es sólo una palabra, o un concepto que ves en la Biblia o que lees en el diccionario, la Fe no está estática, está en movimiento... así como un verbo es acción y movimiento, también lo es la Fe.

La Fe se tiene que manifestar en obras, no sólo en palabras (Santiago 2:17-23).

Hebreos 6:11-15 Tú que estás leyendo esto, ¿estás esperando algo en Dios? ¿Qué estás haciendo para que eso se cumpla? Hebreos 6:12 Necesitamos ver a la Fe como un verbo, la Fe es acción, solicitud, movimiento, esfuerzo… La falta de Fe es pereza espiritualHebreos 6:13,14 Dios promete grandes cosas para nosotros, y cuando Dios promete algo, SIEMPRE lo cumple ¿tú esperas algo en Dios? ¿Qué estás haciendo para alcanzarlo?  Hebreos 6:15 Para Dios, esperar es actuar. Suele suceder que cuando Dios nos promete algo, o cuando le pedimos que nos de algo, literalmente nos sentamos a esperar a que la respuesta llegue, sin esforzarnos, sin buscarlo, sin movernos… P/E: Supongamos que hemos estado pidiéndole a Dios que nos ayude a aprobar un examen muy importante que tenemos por delante, pero resulta ser que “como tenemos mucha Fe”, ni siquiera nos tomamos la molestia de agarrar el libro y estudiar, ni repasamos, ni descansamos para poder concentrarnos mejor en el examen, en fin que “ya oramos y ya pusimos el examen en las manos de Dios”, y como es lógico, reprobamos… y luego nos preguntamos porqué Dios no responde, y nos preguntamos porqué no ha pasado lo que dijo que pasaría, nos desesperamos, nos frustramos y hasta renegamos… Dios no va a respaldar sólo tu Fe, sino las acciones de Fe que estés tomando para alcanzar lo que ya pusiste en Sus manos.

Es necesario dar pasos de Fe… caminar por Fe… andar por Fe. Como lo explica Hebreos 10:35-39: Tener confianza (Fe) para obtener la promesa haciendo la voluntad de Dios.
La obra de Dios en tu vida es una acción compartida: tú pones la Fe, y Él pone el poder. Tu pones la disposición y la voluntad, y Él pone los medios necesarios, respalda lo que prometió… Hebreos 11:1 La Fe es una cualidad sobrenatural, es decir, que actúa sobre/a pesar/más allá de lo natural…de nuestra vista, como dijo Pablo. Es una certeza inmutable y una convicción que modifica: primero te modifica a ti, y en consecuencia, modifica tu entorno y a quienes te rodean.

Te decía que la Fe no está estática, y además, no tiene caducidad, no pierde vigencia. La Fe ha actuado desde Abraham hasta Elías, y desde Elías hasta nuestros días, y seguirá actuando en las generaciones futuras mientras encuentre personas dispuestas a vivirla. 2Timoteo 1:5 La Fe se hereda, se transmite, se contagia; de la manera en la que tú vivas la Fe, dependerá que los demás quieran o no vivirla

Pero es una batalla mantener la Fe o mantenernos viviendo la Fe (1Timoteo 6:11,12), porque Satanás sabe que si logra quitarnos la Fe, nos quita todo… Dios promete grandes cosas para nosotros, y cuando Dios promete algo, SIEMPRE lo cumple ¿tú esperas algo en Dios? ¿Qué estás haciendo para alcanzarlo?

“Porque os necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa…” – Hebreos 10:36 -

martes, 20 de septiembre de 2011

EL DIOS DE LA SINCERIDAD

Salmos 40:3
Resulta ser muy triste cuando miras en tu pasado y te encuentras con cosas que te gustaba hacer y ya no las haces, o con personas a las que solías frecuentar y ya no lo haces… recuerdas que eran cosas que te satisfacían y que disfrutabas aunque fueran simples, eran personas que te llenaban y que te hacían sentir bien… pero ya no es igual.
Es entonces cuando te preguntas: ¿Qué pasó? ¿Por qué lo dejé? ¿Por qué no retomarlo? ¿Cómo retomarlo?
Este fin de semana tuve la oportunidad de experimentar varias cosas que me pusieron a meditar acerca del tema. Una de ellas fue una reunión que tuve con mis amigos de la preparatoria: a algunos de ellos, no los veía desde que nos graduamos hace 10 años, a otros, he tenido oportunidad de verlos más seguido, aunque no tan seguido como quisiera. Fue muy grato volver a verlos y pasar un buen rato juntos, como solíamos hacerlo. Luego, las anécdotas no se hicieron esperar; recordar las aventuras, las travesuras, los sustos, las salidas, las caídas, las bromas, los abrazos, los descalabros, los logros y las ausencias… Pero al dejarlos, me di cuenta de que toda la conversación giró en torno a experiencias pasadas hace mucho tiempo, y que en realidad nuestro tema de conversación no pudo haber sido otro porque nos habíamos alejado bastante… ¿Qué pasó? ¿Por qué lo dejé? ¿Por qué no retomarlo? ¿Cómo retomarlo?
La falta de comunión deja de producir nuevas anécdotas y experiencias.
Otra de las cosas que experimenté este fin de semana fue una oración en particular, llena de sinceridad. La escuché de un joven de 17 años en mi congregación: fue una oración sencilla, sin palabras rebuscadas ni fingimientos, con mucha pasión y con plena certeza de fe, transparente y clara, que salió del corazón, una oración hecha a un Dios que está cerca de nosotros, que nos habita, que nos llena; no una oración hecha a un Dios que está alejado y ajeno a nosotros, inalcanzable e inaccesible. Acercándose a Dios “confiadamente” como lo dice Hebreos 4:16; con la confianza que produce la comunión.
Lo que me llevó a preguntarme: ¿por cuánto tiempo sonarán así sus oraciones? ¿Cuántas veces han sonado así mis oraciones? Y no porque me importe cómo la gente las oye, o qué dirán de mi forma de orar, lo que importa es cómo Dios oye estas oraciones, cómo siente estas actitudes. Porque actitudes como estas son las que hacen que Dios incline su oído y atienda. Y si a mí me hizo sonreír, con mucha más razón a Él…
A Dios le agrada la sinceridad… no sólo le agrada… le rete’ncanta… es algo que le motiva, que le mueve, es algo que Él busca.
Salmos 51:15-17 A Dios no le interesa que tan solemne o que tan largo ores, no le interesa que tan coordinado eres para danzar ni que tan afinado eres para cantar; porque ni la oración, ni la danza, ni el canto, son nada por sí mismos. Nada de lo que hagas para Dios importa si no tienes un espíritu y un corazón adecuados. Hebreos 13:15 Dios exige fruto de labios, es decir, que lo que manifiestes externamente sea un producto agradable de lo que sientes y produces por dentro: danza, oración o canción con un sentido diferente.
¿No te ha pasado que ya sabes una canción desde hace tiempo, y ya las has cantado muchas veces, pero de repente una ocasión la sientes diferente y la cantas con muchas ganas y con mucho sentimiento? Así como la primera vez… esto es a lo que se refiere Dios cuando nos exige cántico nuevo, una manifestación auténtica, sincera y fresca para Él (Isaías 42:10): que tu oración sea nueva como tu cántico es nuevo y que tu comunión con Él sea nueva como nuevas son sus misericordias. Lamentaciones 3:22,33
Pero lo que no es nuevo ni sincero, a Dios le aburre y le decepciona. Un pueblo que realmente no siente lo que hace (Isaías 29:13), un pueblo de labios para afuera, gente que externamente hace lo que debe hacer, pero internamente no pasa gran cosa. Una oración es sincera cuando se juntan los labios con el corazón, cuando lo externo está en sintonía con lo interno. Así es que ya sea que dances, brinques, grites o cantes, debes hacerlo sinceramente.
Frecuentar a Dios, te lleva a tener comunión con Él. Te lleva a desarrollar tal confianza y te lleva a tenar tantas cosas en común, que todo cobra sentido y entonces todo es fresco y nuevo y significativo… Cuando escuché orar a este joven de mi congregación, me acordé de un hombre en la Biblia cuya relación constante con Dios le hacía orar de una manera muy particular. Moisés tenía el privilegio de hablar con Dios con toda la sinceridad y toda la confianza del mundo, como si fuesen compañeros (Éxodo 33:11).
Y es que la sinceridad con Dios, es lo que caracterizó a muchos hombres en la Biblia. La sinceridad de la alabanza (comunión entre lo interno y lo externo) del joven David aplacaba el espíritu que atormentaba a Saúl. Después cuando David ya era rey, la sinceridad y la pasión de su danza movió a todo el puedo a danzar y alabar a Dios cuando estaban moviendo el arca de la casa de Obed-Edom hacia Jerusalén… pero a mí me gusta pensar que a lo mejor ni tocaba tan bien, a lo mejor ni danzaba tan bien… pero cuando alguien es auténtico, se siente la diferencia y hace sonreír a Dios.
Cuando tú descuidas tu comunión con Dios, dejas de producir nuevas anécdotas y experiencias.
Y cuando tu oración, tu cántico y tu danza deberían de ser nuevos y frescos, en realidad se hacen trillados, o tal vez simplemente Sus misericordias que son nuevas cada día dejan de asombrarte… cuando pierdes de vista la razón de tu oración tu cántico o tu alabanza, empieza a perder significado, y pierde sinceridad. Paulatinamente dejas de producir comunión con Dios, empieza a faltar la intimidad y de repente ya no hay tanta confianza para acercarte a Él… puedes incluso llegar a enfriarte del todo, puedes incluso llegar a decir: recuerdo aquel culto tan bendecido… recuerdo cuando sentí bien padre la alabanza… recuerdo cuando me metía a orar con Dios… recuerdo cómo disfrutaba leer la Biblia…
Resulta ser muy triste cuando miras tu relación con Dios y te encuentras con cosas que te gustaba hacer y ya no las haces, que solías frecuentarlo y ya no lo haces… recuerdas que eran cosas que te satisfacían y que disfrutabas aunque fueran simples, que Dios siempre te llenaba y que te hacía sentir bien… pero ya no es igual.
¿Qué pasó? ¿Por qué lo dejé? ¿Por qué no retomarlo? ¿Cómo retomarlo?
A Dios le agrada la sinceridad… no sólo le agrada… le rete’ncanta… es algo que le motiva, que le mueve, es algo que Él busca. La busca en nosotros… nos busca a nosotros.
Apocalipsis 2:2-6 Hoy es tiempo de recordar nuestro primer amor, reencontrar la verdadera razón por la que hacemos las cosas. Hacerlo con la misma seriedad con que lo hacíamos cuando vivíamos nuestro primer amor, como la primea vez.

martes, 6 de septiembre de 2011

DIOS ESTÁ EN EL SILBO APASIBLE

1Reyes 19:11,12
El Espíritu Santo (Dios mismo) siempre se hace presente cuando se le necesita. Jesús prometió que el Consolador (Espíritu Santo) iba a estar con nosotros siempre (Juan 14:16,17); y cuando dice que estará con nosotros, quiere decir que ha estado y estará presente en cada aspecto de nuestras vidas: cada decisión, cada experiencia, en los buenos y en los malos ratos, con las buenas y con las malas personas, en fortaleza y en debilidad, en el gozo y en  la tristeza. Pero no solamente está presente, sino que está activo en nosotros. El Espíritu Santo se manifiesta de acuerdo a la necesidad. Un consolador es aquél que siempre tiene la palabra correcta y que siempre sabe qué es lo mejor.
Dios es soberano en su forma de actuar, tiene sus propios métodos de acción: casi nunca son los más ortodoxos, pero son efectivos. Muchas veces no entendemos porqué Dios actúa y responde de tal o cual forma, pero podemos estar seguros de que Él va a traer la respuesta. La respuesta siempre viene bajo los términos de Dios:
+ Donde Él quiere
+ Cuando Él quiere
+ Como Él quiere
Cada vez que nos encontramos en pruebas, Dios encuentra una manera de manifestarse y hacernos saber que está con nosotros. No siempre es como quisiéramos, es como Él cree mejor. A veces quisiéramos que la respuesta de Dios llegara rápidamente y bajo nuestras propias condiciones: donde queremos, cuando queremos y como queremos. Pero como nuestro Padre, Dios no siempre nos da lo que queremos, pero siempre nos da lo que necesitamos. Si no entendemos esto, podemos fácilmente desesperarnos, desanimarnos, hacer nuestro berrinche o lo que es peor: darnos por vencidos.
Jesús, como hijo de Dios, entendía muy bien esto. Cuando ora el “Padre nuestro”, menciona: hágase tu voluntad en la Tierra y en Cielo. Pero nosotros oramos y nos comportamos al revés: hágase mi voluntad en la Tierra y en el Cielo. Queremos que Dios endose su voluntad a la nuestra. Pero ¿quién tiene una mejor perspectiva de las cosas? ¿el padre o el hijo?
El profeta Elías acababa de vivir una victoria muy importante (1Reyes 18:1-46): Dios había mostrado su poder delante de todo el pueblo haciendo caer fuego del cielo sobre el sacrificio, Elías acababa de demostrar que Dios era poderoso y que estaba con él, había humillado a la reina Jazabel junto con su dios Baal y sus profetas. También acababa de orar para que lloviera después de 3 años de sequía y Dios contestó. Hasta aquí todo iba bien, parecía que después de haber permanecido como fugitivo por 3 años, las cosas por fin empezaban a mejorar, que todo lo que emprendía resultaba bien, que Dios ya estaba respondiendo y que le respaldaba en todo. Pero entonces viene otra recaída: cuando la reina Jezabel se entera de todo lo que Elías había hecho, se enfada tanto que amenaza con matarlo (1Reyes 19:1,2); y cuando el profeta se da cuenta del peligro que corría, también él decidió correr (1Reyes 19:3)… y viene otra vez al exilio, otra vez a la derrota, otra vez a la tristeza y al desánimo, a esconderse. Parecía que todo el gozo y la confianza que acababa de sentir se había esfumado… es fácil tener la certeza de que Dios está con nosotros cuando las cosas van bien, pero cuando las cosas van mal, parece que Dios nos ha abandonado. Pero ya dijimos que la promesa es que el Consolador está siempre con nosotros: aquél que siempre tiene la palabra correcta y que siempre sabe qué es lo mejor.
Entonces Elías actúa como muchas veces nosotros hemos actuado: se queja amargamente, desanimado y se menosprecia a sí mismo (1Reyes 19:4). Parecía que Dios jugaba con él… ¿qué Dios no había ya tratado con él? le había sacado del exilio y le había usado grandemente, y ahora volvía a lo mismo… ¿entonces no sirvió? Más bien, Dios tenía algo nuevo que enseñarle:
+ Primero le enseñó que Él tenía el poder para hacer lo imposible.
+ Ahora quería enseñarle Su soberanía, y que así como tenía el poder para consumir con fuego, también tenía el poder para obrar sanidad.
Dios es fuerza y vigor, pero también es paz y tranquilidad. Muchas veces esperamos que Dios se manifieste como nosotros esperamos, pero Dios, a través del Espíritu Santo se mueve de acuerdo a la necesidad.
1Reyes 19:5-8 A pesar de que Elías corre y se aleja, Dios está con él, le acompaña donde quiera que va, y está al pendiente de sus necesidades. Así también sucede con nosotros: a pesar de que a veces nos desesperamos, nos desanimamos, nos alejamos y hasta renegamos, Dios siempre está al pendiente de nosotros y no nos deja, porque aún tiene algo que enseñarnos. 1Reyes 19:9-12 Elías es llevado a Horeb porque Dios iba a pasar por ahí, pero antes de eso Dios le hace una pregunta interesante: ¿qué haces aquí? Como esperando que él pudiera entender que lo que había pasado había sido necesario para que viera a Dios manifestarse. Pero Elías le repite de nuevo su queja con un aire de desesperación y reclamo; entonces Dios lo saca de la cueva donde está metido justo en el momento que Él pasaba por ahí. Elías esperaba ver a Dios manifestarse con poder como antes, y que le hiciera justicia; él esperaba verle en el viento recio… pero Dios no estaba ahí, él esperaba verle en el terremoto… pero Dios no estaba ahí, él esperaba verle otra vez en el fuego… pero Dios tampoco estaba ahí.
1Reyes 19:13,14 Dios estaba en el silbo apacible y delicado. Dios se estaba manifestando de la manera en que Elías menos se hubiera imaginado. Pero era la manera correcta. Elías comprende, se arrepiente y reconoce a Dios, y cuando Dios le vuelve a preguntar de nuevo: ¿qué haces aquí?, él vuelve a contestar lo mismo, pero ahora en un tono distinto, con entendimiento distinto.
Elías creía necesitar viento, terremoto y fuego, cuando en realidad necesitaba paz, sanidad y dirección. Necesitaba un silbo apacible.
1Reyes 19:15-18 Dios le hace ver que ya tenía dispuestas todas las cosas, que ya había tomado la situación en Su control. Él sabía lo que Elías necesitaba y lo que anhelaba y lo que le preocupaba; pero Dios iba a actuar: donde Él quisiera, cuando Él quisiera y como Él quisiera. Por ahora Él quería manifestarse a Elías con paz y darle tranquilidad mientras llegaban las cosas prometidas, porque era lo que él necesitaba. Ahora Dios le asigna su siguiente misión, en señal de que había completado Su trato con él.
Dios no siempre nos da lo que queremos, nos da lo que necesitamos. Dios no siempre actúa como queremos, actúa de la mejor forma.

martes, 23 de agosto de 2011

¿QUE QUIERES COSECHAR?

Gálatas 6:7-9
Y para comenzar, quiero que te hagas esta pregunta: ¿qué quieres cosechar? Hay un principio muy lógico que está explicado en la Biblia, y con el que seguramente nos hemos topado a lo largo de nuestras vidas: lo que siembres, eso también segarás.
Todos esperamos resultados, todos queremos lograr cosas: que nos respeten, pero ¿nosotros respetamos?; un mejor trabajo y que nos paguen un sueldazo, pero ¿cómo es tu desempeño?; una buena familia, pero ¿qué haces para lograrlo?; sacarnos la lotería, pero ¿ya compraste el boleto? No puedes esperar resultados sin trabajar en ello.
No puedes cosechar sin antes haber sembrado, a veces esperamos que las cosas se den por generación espontánea, que todo va a ser posible con tan solo desearlo. Incluso no sembrar es sembrar, pues siembras indolencia y cosecharás mediocridad. ¿Qué estas sembrando? Lo que siembras, eso también segarás, ¿o acaso puede alguien que siembra fresas cosechar maíz? Debes asegurarte de que estás sembrando lo que quieres cosechar.
Gálatas 6:7-9 Ahora traspasémoslo a la vida espiritual: si siembras para el Espíritu, es decir, las cosas que a Dios le agradan, cosecharás vida eterna (cosas transcendentes), pero si siembras para la carne, es decir, para las cosas terrenales, cosecharás corrupción (cosas intrascendentes). Cuando siembras para el Espíritu, tu carne lo resiente, pues dejas de sembrar para la carne, y cuando siembras para la carne, tu espíritu lo resiente, pues dejas de sembrar para el Espíritu. Pero esto es peligroso, porque el invertir en cosas que son para la carne, te quita el interés por sembrar el espíritu y eventualmente dejas de sembrar en lo que realmente importa. Por eso la insistencia del apóstol Pablo en no cansarse de hacer el bien.
Gálatas 6:7 No nos engañemos, a Dios no se le escapa NADA. Él tiene en cuenta todo lo que siembras, tal vez a otros los podremos engañar, incluso nos podremos engañar a nosotros mismos desperdiciando nuestro tiempo, esfuerzo y dinero en cosas que no aprovechan, pero a Dios no lo podemos engañar.
Quiero llevarte al libro de Oseas, uno de los tantos profetas que Dios usa para hablarle al pueblo ¡otra vez! Porque Dios siempre busca que madures a través de tu entendimiento: que desarrolles la capacidad para asimilar las cosas antes de tener que tratar contigo. En esta ocasión, el pueblo de Israel se encontraba dividido en dos por cuestiones políticas: el Reino del Sur (las tribus de Judá y Benjamín), y el Reino del Norte (el resto de las tribus).
Dentro del Reino del Norte, la tribu más próspera era la de Efraín. Efraín fue preferido por su abuelo Israel (antes Jacob), quien lo bendijo por sobre su hermano Manasés que era el primogénito de José (Génesis 48:14). Esta bendición perduró y abarcó a sus generaciones, que vinieron a formar la tribu que llevaría su nombre y que tuvo las mejores  más fértiles tierras de todo Israel, y con ello, un nivel económicamente más elevado (Oseas 9:13).
Dios a través de Oseas, le hablaba a Efraín porque quería que entendiera. Dios contiende con nosotros porque no tenemos entendimiento (Oseas 4:1). Trae un pleito casado con nosotros porque no podemos o no queremos entender. Oseas 4:6 Cuando dice que perecemos por falta de conocimiento, no quiere decir que no sabemos lo que debemos hacer, sino porque no lo hacemos; no tenemos conocimiento porque desechamos el conocimiento. Me imagino a Dios diciendo: “si entendieran, se evitarían muchas penas…”
Y Dios se lo dice a Efraín, parafraseándolo:
- Teniendo tanto.
- Siendo ejemplo.
- Siendo favorecido.
- Estando en un lugar de privilegio… y aun así no eres capaz de buscarme…
Oseas 5:3 A Dios no se le escapa nada, no lo podemos engañar. Efraín era vanidoso (hacía cosas vanas, sin trascendencia), no tenía entendimiento (Oseas 7:11), obtuvo fruto para sí mismo porque sembró para sí mismo (Oseas 10:1), sembró para la carne, entró en el terreno peligroso y se le quitó el interés por sembrar para el Espíritu, siendo que todo lo que tenía lo había recibido de Dios…
Dios quiere conocimiento más que otra cosa… quiere entendimiento (Oseas 6:6). Dios busca que hagamos las cosas correctas (Oseas 11:1-3), y a veces aunque sabemos y le conocemos, hacemos todo lo contrario. Efraín sabía y conocía a Dios, pero no quiso entender y terminó cosechando las consecuencias de sus actos. ¿Qué quieres cosechar? ¿Qué has estado sembrando? ¿Carne o Espíritu?
Dios busca que entiendas, pero sabe que sin conocimiento vas a perecer, y no porque Él así lo desee, sino porque así lo elegiste. Las consecuencias de tus actos siempre van a llegar, sean buenas o malas, es la ley de la siembra y la cosecha. Oseas 4:14,17 Si no tienes entendimiento, Dios te deja que sigas tu camino, pero caerás… porque todo lo que el hombre sembrare, eso también segará…

jueves, 4 de agosto de 2011

LA LÓGICA DE DIOS

1Corintios 1:20
¿Has llegado a pensar que parece que Dios te quiere volver loco?
¿Alguna vez has hecho cosas por Dios que normalmente no harías? Suele suceder que Dios constantemente nos abre el entendimiento y en ocasiones hasta nos modifica el comportamiento, nos lleva a cosas que tal vez nunca pensamos que haríamos, pero siempre para bien; muy probablemente has batallado o estás batallando con algo que Dios quiere de ti. Dios realmente ha trastornado nuestra sabiduría…transformando lo que creíamos bueno y lo que pensábamos que era correcto.
La lógica divina, es humanamente ilógica.
Y pareciera ser que Dios dice puras cosas ilógicas:
- Que aunque no tengamos nada, lo poseemos todo…
- Que aunque seamos pobres, enriquecemos a muchos…
- Que los últimos serán los primeros…
- Que si alguien quiere ser servido, debe saber servir…
- Que lo poco es mucho…
- Que los pequeños son grandes en el Reino de los cielos… Mateo 11:11
Entre muchas otras cosas, Jesús se encargó de hablar con mucha autoridad acerca de la lógica divina de Dios. Pero enfoquémonos en la última oración.
Yo no sé cuántos de los que están leyendo esto, son los menores en su familia. ¿Cuántos comparten este dolor conmigo? Yo soy el hijo más pequeño de mi casa… y ser el más pequeño no es fácil. Muchos ven los beneficios, pero no lo negativo: Se tienen privilegios y mayor atención por parte de los padres, pero no de los hermanos, se tiene tolerancia y paciencia por parte de los padres, pero no de los hermanos; siendo el hermano menor, existe una lucha por alcanzar a los demás, por estar a su nivel, por hacer lo que los demás pueden hacer y cerrar las brechas de comunicación que hay entre una y otra generación; se lucha a veces por no ser abusado y utilizado por los demás, y de tener acceso a los beneficios que otros poseen, se lucha por no ser ignorado o menospreciado. Yo no sé cuantos hermanos mayores están leyendo esto, pero ellos entenderán a lo que me refiero.
Ser el más pequeño, me ha perseguido durante toda mi vida, porque aunque he crecido, siempre seré el más pequeño de mi casa. Ser el más pequeño, también me ha perseguido en mi ministerio… ha habido personas que me han llegado a preguntar: ¿por qué tú eres el pastor y no tu hermano?, aún entre pastores soy el más pequeño, aún entre mis congregantes soy el más pequeño, hay quienes lo entienden y me respetan, hay quienes no (ese es asunto de ellos con Dios), hay quienes han aprendido a respetarme y hay quienes no. Al inicio de mi ministerio, incluso yo mismo llegué a cuestionar a Dios acerca de la decisión que Él tomó de ponerme en el lugar en el que me puso, porque no es fácil tomar una responsabilidad así a los 24 años.
Muchas veces no entendemos porqué Dios hace las cosas. Se nos hacen ilógicas, pero es pura lógica divina1Corintios 1:25
Quiero mostrarte varios personajes bíblicos que estuvieron en situaciones similares; personas que también fueron los más pequeños de su casa, o personas que tuvieron un origen pequeño y que finalmente Dios les llevó a grandes cosas:
- JOSÉ. El hijo más pequeño de Jacob. Sufría discriminación de sus hermanos. Génesis 37:3
- GEDEÓN. El menor de su casa. Venía de la tribu más pequeña. Jueces 6:15
- SAÚL. El hijo más chico de la familia más humilde. No se sentía digno de ser rey. 1Samuel 9:21
- DAVID. El hijo menor de Isaí. Se le delegaban las ocupaciones más humildes. 1Samuel 16:11
- SALOMÓN. El hijo menor de David con Betsabé. Su hermano Adonías quiere suplantarlo y trata de usurpar el trono. 1Reyes 3:7; 1Crónicas 29:1
Los pequeños son grandes a los ojos de Dios. Entonces el asunto aquí es cómo nos vemos nosotros mismos. Yo puedo distinguir 3 tipos de pequeñez:
-          EL QUE ES PEQUEÑO (como José)
-          EL QUE SE SIENTE PEQUEÑO (como Saúl)
-          AL QUE CREEN PEQUEÑO (como David)
Y tu: ¿Eres pequeño? ¿Te sientes pequeño? O ¿Te ven pequeño? Tal vez en alguna ocasión te han hecho sentir menos: que no sabes, que no puedes, que no lo vas a lograr… Pero el mensaje que tengo que tengo para ti, es que ERES GRANDE. Y te lo puedo decir con toda seguridad, porque Dios ha trastornado ya mi sabiduría, mi forma de pensar, mi forma de verlo a Él y la forma de verme a mí mismo, me ha hecho entender cómo me ve Él y ha transformado mi comportamiento.
Dios puede y quiere hacer lo mismo contigo. Dios necesita cambiarte el cassette del entendimiento, pero lo necesitas más tú. Él tiene cosas grandes para ti, aún siendo pequeño. Las cosas espirituales son locura… 1Corintios 2:14, la lógica divina es locura, pero que algo sea loco no quiere decir que sea falso, sólo es difícil de asimilar.
1Corintios 1:26 Tal vez no vinimos a Cristo siendo las mejores personas, tal vez hay no somos las mejores personas, pero Dios dice hoy que quiere hacernos mejores y que haremos grandes cosas… no importa si eres, te sientes o te ven pequeño o poca cosa. 1Corintios 1:27-31 Podemos empezar a cambiar hoy nuestro entendimiento y dejar que Dios trastorne nuestra lógica y nos vuelva locos.
“El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto” –Isaías 60:22-

jueves, 14 de julio de 2011

DON DE DIOS, PROPÓSITO DE DIOS II

2Tesalonisenses 1:11,12
Satanás había logrado ya frenar a Moisés en su deseo de liberar a sus hermanos, y con ello, también había logrado impedir que Moisés cumpliera con un propósito preparado hace siglos atrás. Pero realmente los planes de Dios no se frenaron, sólo se retrasaron; aparentemente le hace perder su propósito, pero la característica que Dios había depositado en él, aún estaba ahí.
En Éxodo 2:16-21 nos dice cómo la característica de Moisés sique presente a pesar de haberse equivocado, dicha característica (hambre de justicia, celo por la libertad, era un justiciero y un vengador de las causas injustas) se manifiesta cuando entra en acción para defender a las hijas de Jetro de los pastores que las molestaban.
Aunque te hallas equivocado, las características de Dios siguen ahí; y aunque te hayas alejado, desviado o incluso olvidado, el propósito de Dios sigue en ti para manifestarse en el tiempo y circunstancias adecuadas. Romanos 11:29
Si alguien te dice que no puedes ser mejor ni retomar el camino, ése es Satanás.
Después de esto, Moisés parece olvidarse del deseo de su corazón de ver a sus hermanos libres, parece haberse olvidado incluso de sí mismo. La Biblia nos habla de un Moisés ya entrado en años (40-50 aproximadamente), casado, con hijos, viviendo una vida pacífica y cuidando el ganado de alguien más… se le puede percibir como un hombre que se conformó con las circunstancias que le tocaron vivir, pero insatisfecho.
¡Qué terrible es vivir en una realidad donde has olvidado tus sueños! Después de haber vivido toda una vida aparentemente fuera del propósito, Moisés iba a tener un fuerte encuentro con Dios, que aparece en la escena nuevamente para hacer posibles dos cosas importantes: poner las circunstancias adecuadas y revelar la estrategia.
- El momento propicio: Génesis 2:23-25
- La forma de hacerlo: Génesis 3:1-10
Pero a estas alturas, Satanás ya había herido la dignidad de Moisés, es decir, le había llevado a pensar que no podía aspirar a hacer nada más elevado o con mayor trascendencia de lo que había logrado hasta ahora. Moisés se sentía menos. Aún a pesar de que Dios se le había presentado en tiempo y espacio y le había llamado para cumplir con el sueño de su vida, Moisés estaba lleno de pretextos para retomar el propósito de Dios…
Suele suceder que estamos llenos de razones para no hacer las cosas.
Y en 5 ocasiones  Moisés le pone “peros” a Dios, pretextos que reflejaban las áreas en las que Moisés tenía que ser sanado y restaurado:
- AUTOESTIMA. Génesis 3:11,12 No se cree digno del propósito.
- AUTORIDAD. Génesis 3:13,14 No cree que tenga autoridad para hacerlo.
- CREDIBILIDAD. Génesis 4:1-9 No cree que los demás le crean.
- CAPACIDAD.
Génesis 4:10-12 No se cree capaz de hacerlo.

- IDENTIDAD. Génesis 4:13-15 No piensa que él tenga lo necesario y que es mejor mandar a alguien más.
Pero para cada “impedimento”, Dios tiene una respuesta y una señal de poder.
Dios te devuelve tu dignidad y restaura tu identidad (1Corintios 12:23,24). Dios te hace caminar con la frente en alto. Juan 10:10 nos dice que la misión del enemigo es destruirte, pero que la función de Jesús es que tengas una vida en abundancia, completa, íntegra y llena de victoria. Dios restaura vidas, sueños y propósitos.
Moisés pasa de ser un asesino y un prófugo, a ser un libertador (así como nació); pasa de ser  y sentirse menospreciado, a ser respetado; pasa de ser indigno, a ser digno. Dios sana a Moisés para encaminarlo nuevamente al cumplimiento de su propósito, y lo logra exitosamente así como había estado en su corazón y en el corazón de Dios.
Tú eres el cumplimiento de un propósito deDios, no importa cuán difícil, tardado o grande éste sea. Dios puso en ti las características necesarias para cumplir Su propósito, y no importa que tanto te hayan hecho creer que no tienes uno, ni importa cuan incapaz creas que eres, ni cuan indigno creas que eres: Dios te hizo digno, apto y adecuado. No importa lo que los demás digan de ti, lo que importa es lo que Dios ha dicho de ti.
Mas ahora, así dice el SEÑOR tu Creador, oh Jacob, y el que te formó, oh Israel: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará. Porque yo soy el SEÑOR tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador; he dado a Egipto por tu rescate, a Cus y a Seba en lugar tuyo. Ya que eres precioso a mis ojos, digno de honra, y yo te amo, daré a otros hombres en lugar tuyo, y a otros pueblos por tu vida.” - Isaías 43:1-4 -

miércoles, 29 de junio de 2011

DON DE DIOS, PROPÓSITO DE DIOS I

Isaías 49:1,2
Para empezar, quisiera dejar en claro que todos nacemos con un propósito, algunos lo saben y lo han realizado o lo están realizando, a otros aún no les ha sido revelado y lo están buscando, a algunos más quizás no les interese, pero todos tenemos una razón específica para existir en el tiempo, espacio, familia, país y condición en el que nos encontramos.
La Biblia dice que Dios  nos tuvo en mente desde antes que naciéramos (Isaías 49:1,2) y nos apartó para cumpliéramos una misión, grande o pequeña, individual o masiva, pero una misión que sólo nosotros podríamos desempeñar. Cuando Dios nos planeó, y nos dio el ser, también nos equipó con todas las características necesarias para cumplir ese propósito; otras características se adquieren o se aprenden en el camino, o simplemente se perfeccionan. Entonces la pregunta no es si tenemos o no la capacidad para hacer lo que nos toca, la pregunta es ¿cómo? y ¿cuándo? Tenemos con qué, pero la estrategia para cumplir con el propósito, se nos revela en el proceso, Dios nos muestra cómo y cuándo, es decir, pone las circunstancias adecuadas.
En Génesis 46:2-4, dice que Jacob (nieto de Abraham) estaba en un dilema acerca de si debía o no entrar en Egipto para vivir ahí, pero recibe la promesa de parte de Dios de que así como lo llevaba a ese país, también lo iba a sacar (a sus generaciones). Finalmente, en esa ocasión entraron a Egipto 70 personas (Éxodo 1:1-6), y Jacob murió con la confianza en la promesa de Dios. Pero no sería sino hasta 430 años después que Dios iba a traer al mundo a Moisés para cumplir un gran propósito: “sacar de Egipto a más de 2 millones de descendientes de Jacob que estaban en esclavitud”.
Cada uno de nosotros somos el cumplimiento de un propósito de Dios.
Pero el cumplimiento de un propósito nunca es fácil. Todos sabemos o hemos oído acerca de las obras maravillosas que hizo Dios a través de Moisés: las 10 plagas que azotaron a Egipto, el Mar Rojo abriéndose imponente para cruzarlo en seco, el maná cayendo del cielo para alimentar a todo un pueblo, el agua que salía de la peña para darles de beber, etc… pero hubo todo un proceso y una lucha para que este personaje lograse hacer todo lo que Dios esperaba de él. Esta lucha inicia con el atentado que el Faraón Ramsés II hace contra la vida de todos los recién nacidos del pueblo de Israel (Éxodo 1:15-17, 21,22); esta fue una matanza masiva de varones a la que Moisés logra sobrevivir gracias a la intervención de Dios a través de su madre: primero le esconde, y después, le prepara una canasta de juncos para ponerlo a salvo en el río para luego ser hallado por la hija del Faraón (Éxodo 2:1-6). Dios se asegura de cumplir sus propósitos.
El cumplimiento del propósito que Dios depositó en cada uno de nosotros, siempre va a ser una lucha a través de un proceso.
Así que como sucede con nosotros, Dios puso en Moisés las características necesarias para cumplir Su propósito, pero quiero enfocarme en la más importante de todas, sin la cual, Moisés no hubiera podido hacer todo lo que hizo: amor por la gente, su gente. Moisés era una persona que tenía hambre de justicia, celo por la libertad, era un justiciero y un vengador de las causas injustas. Esta característica se hace notoria cuando en Éxodo 2:11,12 se narra que Moisés presencia un acto de abuso en contra de uno de sus hermanos y actúa para defenderlo, pero actúa mal. Moisés ejerció la característica que Dios le dio, pero bajo su propio raciocinio, y se equivoca, se trataba de hacer justicia, pero no justicia por su propia mano, hizo mal en matar al egipcio. ¿Cuántas veces hemos hecho mal uso de las cosas que Dios nos da?
Juan 10:10 dice que la función del ladrón, es decir, Satanás, es hurtar, matar y destruir. Satanás utiliza las cosas que Dios pone en ti para hacerte caer, pervierte el propósito de Dios y las características que deberían ser de bendición, ahora son mal utilizadas y te alejan de Él y del cumplimiento; el enemigo miente desde el principio y hará lo que tenga que hacer para desviarte del propósito. ¿Pero cómo lograr menguar a un hombre de convicciones y principios tan fuertes como lo era Moisés? Satanás ataca su identidad y le quita tu dignidad. Éxodo 2:13,14 Para cuando Moisés ve otra injusticia, la característica que le dio Dios se activa otra vez, pero ahora su error sale a la luz y es confrontado fuertemente: ¿Y tú quién eres para intervenir si eres un asesino? Es entonces cuando su identidad y su dignidad son expuestas de tal modo que ya no puede hacer nada. Satanás siempre te confronta con tus errores. ¿Cuántas veces nos hemos visto impedidos para hacer algo por una vocecilla que nos dice: tú no sabes, ya lo intentaste muchas veces, no puedes, no eres nadie, eres malo, eres pecador, etc?
Si alguien te recuerda tu pasado y las cosas que has hecho mal, ése es Satanás.
(Éxodo 2:15) Debido a sus malas decisiones, la vida de Moisés cambia para siempre: pasa de ser el nieto del Faraón, a ser un asesino; pasa de ser parte de la familia del Faraón, a ser perseguido por el Faraón para matarlo; pasa de ser un miembro respetado de la realeza, a ser un fugitivo. Pero mientras parece que Moisés se estaba alejando de su propósito y que el enemigo había logrado quitarle su identidad, su posición y su vida, todo era parte del proceso y el plan de Dios y Él tenía muchas otras cosas que enseñarle dentro de una preparación especial para cuando llegara el momento preciso en el que cumpliría con su misión.
Todas las cosas que vivimos y las que no vivimos, todas las personas que nos rodean y las que no hemos conocido, todas las cosas que tenemos y las que no tenemos, todas las circunstancias en las que nos encontramos, nos llevan al: conocimiento, entendimiento y ejecución de nuestro propósito.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados” - Romanos 8:28 -