La misión...


"Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca ; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abra
zado."

- Salomón, Proverbios 4:5-9 -

martes, 13 de marzo de 2012

LA ADORACIÓN INCONDICIONAL

“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario.” -Salmo 63:1, 2-
¿Sabes quién escribió este Salmo? Lo escribió uno  de los personajes más consentidos de la Biblia: David. Y digo que es uno de los más consentidos porque no es el único; hay sólo un puñado de personajes de los que Dios habla con especial atención:
+ Abraham: Se le llama el amigo de Dios.
+ Moisés: Dios hablaba con él como con cualquier compañero.
+ Job: Dios habla de él como un varón recto, perfecto, temeroso de Dios y apartado del mal.
+ Noé: La Biblia dice que era perfecto en sus generaciones.
+ David: Era un hombre conforme al corazón de Dios.
Cada uno de ellos tenía una característica específica en su ministerio: Abraham era un hombre de fe, Moisés era un libertador apasionado, Job era fiel y dedicado, Noé era un creyente celoso y perseverante…pero David tenía varias características, era: músico, pastor, guerrero, danzante, rey, sacerdote y adorador.
La adoración de David era incondicional… yo quiero hablarte acerca de la adoración incondicional en hombres y mujeres convencionales. Quisiera que entendiéramos juntos qué significa esto a través de la vida de David.
1. 1Samuel 16:14-16 La adoración de David ya tenía fama de ser auténtica (sincera, real).
- La adoración de David causaba un impacto en el mundo invisible (espiritual).
- El Rey Saúl ya andaba mal… él mismo hizo que esa alabanza que ahora le ayudaba, después le viniera a incomodar.
- Porque la adoración siempre causa un impacto, pero depende de quien la reciba:
                        + A Dios le encanta.
                        + A ti te bendice.
                        + Pero a Satanás le molesta.
- Pero la adoración de David no variaba aunque las circunstancias fueran distintas.
2. 1Samuel 18:10,11 y 19:9,10 Tal vez si hubiéramos estado en el lugar de David, no hubiéramos vuelto a tocar la segunda vez si ya sabíamos cómo se ponía Saúl. A algunos no les gusta la adoración, y las consecuencias se hacen evidentes, pero la adoración de David era incondicional.
3. 1Samuel 19:11 A tal grado le incomodó, que después de esto, Saúl incluso manda asesinos a casa de David para matarlo.
- Pero ¿qué hizo David?
- Salmo 59 ¡David adoraba!
4. 1Samuel 22:1 Después de esto, Saúl lo perseguía por todos lados y le forzó a esconderse en una cueva.
            - Pero ¿qué hizo David?
            - Salmo 57 ¡David adoraba!
5. 1Samuel 23 Después de esto, Saúl seguía procurando matarle y le hace huir al desierto.
            - Pero ¿qué hizo David?
            - Salmo 63 ¡David adoraba!
                        + Este es un Salmo hermoso, inspiración de muchas canciones.
                        + Pero cuando entiendes en dónde nace, te impacta más…
6. 1Samuel 24:18-22 Después de mucha persecución y angustia, a David se le presenta la oportunidad de matar a Saúl, pero le perdona la vida porque sabía que a pesar de todo se trataba de un ungido de Jehová. A causa de esto, Dios libra a David de Saúl.
            - ¿Y qué hizo David?
            - Salmo 18 ¡Adoró!
Nuestra adoración debe ser incondicional. Salmo 63:1, 2 Se trata de reconocer Su poder y Su gloria en cualquier situación y lugar, ya sea el desierto, la cueva, la persecución o la desesperación… reconocerle y adorarle de la misma forma en la que lo hacemos cada semana en la congregación… o cada vez que vas dispuesto…
            - La mejor adoración nace de los peores momentos.
            - Porque es ahí donde te das cuenta que Dios es el único con el que cuentas…
            - Así es que si estás en esta situación, Dios tiene algo que enseñarte.
Tu adoración causa un impacto en el mundo invisible, a Dios le encanta, pero a Satanás le molesta: porque a parte de que en la alabanza y adoración hay libertad, no le estás adorando a él… ¿recuerdas porqué cayó?...
 A Saúl tampoco le gustaba la adoración de David, y le atacaba… pero David siempre lo evadía, aunque era muy bueno con la lanza. Saúl le atacaba, pero David no dejaba de adorar. Tu adoración debe ser incondicional y auténtica, no siempre es fácil, es por eso que es un sacrificio (Hebreos 13:15). Es un sacrificio, pero es un beneficio…

jueves, 23 de febrero de 2012

CIUDADANÍA CELESTIAL

Éxodo 19:5,6
Existen diversas ciudadanías en el mundo, la principal forma de obtenerla, es a través del nacimiento; la ciudadanía es: “el derecho a pertenecer”, y la gente que la ejerce, también se hacen acreedores a los derechos y obligaciones característicos del lugar a donde pertenecen. De acuerdo al lugar al que pertenece, el individuo obtiene características culturales específicas, es decir: un estilo de vida que le caracteriza.
Jesús manda a sus discípulos a que prediquen el Reino de los cielos (Mateo 10:7,8). De hecho, Jesús pasó su tiempo en la Tierra predicando el Reino (Mateo 4:17/Marcos 1:15), Él dijo que:
* El Reino era de los pobres de espíritu (humildad). Mateo 5:3
* El Reino es de los que padecen persecución (esfuerzo). Mateo 5:10
* El que hace la voluntad del Padre entrará en el Reino (obediencia). Mateo 7:21
* Si no somos como niños, no entraremos en el Reino (sinceridad). Mateo 18:2-4
* El Reino es para los valientes (valentía). Mateo 11:12
* Los indecisos no son aptos para el Reino (compromiso). Lucas 9:62
* Buscar el Reino es una prioridad (confianza). Mateo 6:33
* Si no naces de nuevo, no puedes ver el Reino (pertenencia) Juan 3:3
Pero a todo esto, ¿qué es el Reino? El Reino es: gobierno. El Reino de Dios, es gobierno de Dios. Yo pertenezco al Reino de Dios cuando permito que Dios gobierne mi vida: pensamientos, acciones, emociones, conducta, carácter, economía, entendimiento. Y aunque pudiera sonar impositivo y prohibitivo, no lo es. No se trata de renunciar a nosotros mismos, se trata de endosar voluntariamente nuestro ser al ser de Dios.
El Reino no es una dictadura, es una monarquía. No es un sistema al que estamos obligados a obedecer por la fuerza o por temor al castigo, hay un Rey a quien se busca agradar y servir por amor, para honrarle.
El Reino no es nada nuevo. El Reino es algo que tuvimos y perdimos en el Edén. El hombre de Dios fue creado bajo el gobierno y protección divina, pero desde el momento en el que el hombre decide pecar, también menospreció el gobierno de Dios sobre sus acciones, pensamientos y entendimiento; pensó que estaba bien hacer lo que le pareciera mejor, lo que pensaba que era correcto. El Reino no es nada nuevo, Dios lo seguía anunciando a través de los antigüos profetas una y otra vez, porque a pesar de todo, Dios seguía insistiéndonos en querer ejercer su gobierno sobre nosotros, por nuestro bien. Sin embargo, fueron pocos los que lo alcanzaron (Mateo 8:11,12), ni aún a quienes iba dirigido, porque no es fácil.
Hebreos 11:13-16 nos dice que hubo grandes hombres que murieron creyendo que eran extranjeros en la Tierra, que aunque habitaron entre nosotros y vivieron como nosotros, hicieron cosas extraordinarias y vivieron una vida ejemplar, porque entendieron que aunque estaban aquí, no eran de aquí, sabían que tenían una patria celestial, una ciudadanía celestial y un Padre celestial, tenían el gobierno de Dios en sus vidas y actuaron de acuerdo a este. Es lo que Jesús le dice al Padre cuando ora por sus discípulos en Juan 17: “están en el mundo, pero no son de este mundo, así como yo (Jesús) no soy de este mundo, no te pido que los quites del mundo, sino que los libres de todo mal”.
Cuando Jesús predicaba diciendo que el Reino se ha acercado, nos dice que es el mejor momento para dejar que Dios gobierne nuestras vidas. Que como aquellos hombres, tenemos una ciudadanía celestial que tal vez hemos descuidado, una ciudadanía que obtuvimos por nacimiento desde el momento en el que aceptamos a Jesús como nuestro salvador y le dimos el control de nuestras vidas. Si no naces de nuevo, no puedes ver el Reino (Juan 3:3), debemos ser personas que ejercen su ciudadanía, ¡ejercer nuestro derecho de pertenecer al Reino!, con sus derechos y obligaciones; debemos desarrollar una cultura de Reino, un estilo de vida que nos caracterice, una vida de: humildad, esfuerzo, obediencia, sinceridad, valentía, compromiso y sentido de pertenencia. En Mateo 8:11,12 Jesús dijo que habría hombres que se sentarían con estos grandes hombres en el Reino de los cielos. Nosotros somos esos hombres y mujeres, nosotros estamos llamados a tomar el Reino.
Éxodo 19:5,6 Es una palabra profética para nuestros tiempos, Dios dijo que seríamos un Reino de sacerdotes y gente santa que oyera su voz y guardara su pacto. Gente que hiciera Su voluntad para entrar en el Reino (Mateo 7:21), que está reservado sólo para valientes (Mateo 11:12), gente segura de su ciudadanía y gente comprometida que pudiera decir con toda seguridad: Soy habitante del Reino, porque el Reino me habita a mí.

miércoles, 25 de enero de 2012

¿QUÉ ES LO QUE VES CUANDO CORRES?

Hebreos 12:1
La vida en Cristo y con Cristo, es una carrera; y una carrera con todo lo que implica: prepararte, entrenarte, correr, esforzarte, disciplinarte, aguantar, pero sobre todo, completarla…
Pero también una carrera puede ser vista como un proceso de aprendizaje que incluye: aprender lecciones (incluso repasarlas varias veces), ser constante, esforzarte, pero sobre todo, graduarte…
El autor de Hebreos ve la vida en Cristo como una carrera que todos debemos de completar, pero que desafortunadamente cada quién corre a su paso, con sus propias técnicas y con sus propias fuerzas; todos corremos de distintas formas: impacientemente, indisciplinadamente, inconstantemente. Todos corremos con pesos diferentes sobre nosotros; queremos correr la carrera cargados: cargados de problemas, cargados de preocupaciones, cargados sentimentalmente e incluso cargando a otros.
La vida en Cristo es una carrera que tiene una meta definida. Pero al parecer todos tenemos metas distintas (Hebreos 12:2). La meta es Jesús, y debemos poner la mirada en Él, puesto que corrió una carrera perfecta… y también se graduó con honores.
¿Qué es lo que ves cuando corres?
¿Al autor y consumador de la FE? ¿O al autor y consumador de la duda? ¿A Jesús o a ti mismo y tus carencias y obstáculos? Es importante poner los ojos en la meta, no en el transcurso; si no estás viendo la meta, puedes acabar en cualquier lugar y sin saber cómo llegaste ahí…
¿Cómo corres la carrera? 
¿Cargado, liviano, paciente, inconstante, disciplinado, apresurado, concentrado en la meta o distrayéndote por el paisaje?... No es una carrera fácil, no muchos pueden correrla y no muchos pueden completarla; pero tenemos ya el precedente de que alguien nos marcó la ruta indicada, para probarnos que es posible graduarse… (Hebreos 12:3).
En ocasiones hay oposición que nos reduce la velocidad en el trayecto: tus cargas personales (tus problemas, tus limitaciones, tus “carencias”) y el pecado que te asedia. De cualquier forma, el que alguno de los dos te afecte es tu responsabilidad, porque la única persona que podría frenarte, eres tú mismo… por falta de disciplina. Siendo una carrera en la que tenemos que graduarnos, hay ciertas cosas que tenemos que aprender.
Hebreos 12:5,6:
a) La disciplina es enseñanza.
b) Aquel que enseña, ama.
c) Aquel que ama, disciplina.
El Señor nos disciplina en nuestro andar por amor, porque la disciplina es necesaria para completar la carrera, porque Él desea que completes la carrera. Hebreos 12:7,8 ¿Eres hijo de Dios?... queremos los beneficios de la heredad, pero no las responsabilidades. Si pretendemos llevar esta carrera sin disciplina, no estamos corriendo como hijos, estamos corriendo por nuestra cuenta…
La disciplina produce vida… Hebreos 12:9
La disciplina produce santidad… Hebreos 12:10
La disciplina produce justicia… Hebreos 12:11
La disciplina no es causa de gozo para quienes no la han probado, y la falta de disciplina tiene sus propios frutos nada apacibles y totalmente contrarios a la justicia. Pero si hemos vivido toda una vida sin disciplina y nos ha llevado a tomar malas decisiones y tener pobres consecuencias, ¿por qué no tomar la disciplina reservada sólo para los Hijos y cambiar el rumbo de nuestras vidas?
Si podemos empezar nuestra carrera con los ojos fijos en la meta, y si empezamos a mirar al autor y consumador de la fe, a aquel que completó la carrera para mostrarnos que se podía completar, y si seguimos la disciplina que es necesaria, podremos lograrlo, no importando cuánto tiempo nos tome.
Porque entonces podremos tener la misma seguridad con la que Pablo exhortaba a los filipenses a que no se rindieran…
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
-Filipenses 3:13,14-