La misión...


"Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca ; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abra
zado."

- Salomón, Proverbios 4:5-9 -

miércoles, 29 de junio de 2011

DON DE DIOS, PROPÓSITO DE DIOS I

Isaías 49:1,2
Para empezar, quisiera dejar en claro que todos nacemos con un propósito, algunos lo saben y lo han realizado o lo están realizando, a otros aún no les ha sido revelado y lo están buscando, a algunos más quizás no les interese, pero todos tenemos una razón específica para existir en el tiempo, espacio, familia, país y condición en el que nos encontramos.
La Biblia dice que Dios  nos tuvo en mente desde antes que naciéramos (Isaías 49:1,2) y nos apartó para cumpliéramos una misión, grande o pequeña, individual o masiva, pero una misión que sólo nosotros podríamos desempeñar. Cuando Dios nos planeó, y nos dio el ser, también nos equipó con todas las características necesarias para cumplir ese propósito; otras características se adquieren o se aprenden en el camino, o simplemente se perfeccionan. Entonces la pregunta no es si tenemos o no la capacidad para hacer lo que nos toca, la pregunta es ¿cómo? y ¿cuándo? Tenemos con qué, pero la estrategia para cumplir con el propósito, se nos revela en el proceso, Dios nos muestra cómo y cuándo, es decir, pone las circunstancias adecuadas.
En Génesis 46:2-4, dice que Jacob (nieto de Abraham) estaba en un dilema acerca de si debía o no entrar en Egipto para vivir ahí, pero recibe la promesa de parte de Dios de que así como lo llevaba a ese país, también lo iba a sacar (a sus generaciones). Finalmente, en esa ocasión entraron a Egipto 70 personas (Éxodo 1:1-6), y Jacob murió con la confianza en la promesa de Dios. Pero no sería sino hasta 430 años después que Dios iba a traer al mundo a Moisés para cumplir un gran propósito: “sacar de Egipto a más de 2 millones de descendientes de Jacob que estaban en esclavitud”.
Cada uno de nosotros somos el cumplimiento de un propósito de Dios.
Pero el cumplimiento de un propósito nunca es fácil. Todos sabemos o hemos oído acerca de las obras maravillosas que hizo Dios a través de Moisés: las 10 plagas que azotaron a Egipto, el Mar Rojo abriéndose imponente para cruzarlo en seco, el maná cayendo del cielo para alimentar a todo un pueblo, el agua que salía de la peña para darles de beber, etc… pero hubo todo un proceso y una lucha para que este personaje lograse hacer todo lo que Dios esperaba de él. Esta lucha inicia con el atentado que el Faraón Ramsés II hace contra la vida de todos los recién nacidos del pueblo de Israel (Éxodo 1:15-17, 21,22); esta fue una matanza masiva de varones a la que Moisés logra sobrevivir gracias a la intervención de Dios a través de su madre: primero le esconde, y después, le prepara una canasta de juncos para ponerlo a salvo en el río para luego ser hallado por la hija del Faraón (Éxodo 2:1-6). Dios se asegura de cumplir sus propósitos.
El cumplimiento del propósito que Dios depositó en cada uno de nosotros, siempre va a ser una lucha a través de un proceso.
Así que como sucede con nosotros, Dios puso en Moisés las características necesarias para cumplir Su propósito, pero quiero enfocarme en la más importante de todas, sin la cual, Moisés no hubiera podido hacer todo lo que hizo: amor por la gente, su gente. Moisés era una persona que tenía hambre de justicia, celo por la libertad, era un justiciero y un vengador de las causas injustas. Esta característica se hace notoria cuando en Éxodo 2:11,12 se narra que Moisés presencia un acto de abuso en contra de uno de sus hermanos y actúa para defenderlo, pero actúa mal. Moisés ejerció la característica que Dios le dio, pero bajo su propio raciocinio, y se equivoca, se trataba de hacer justicia, pero no justicia por su propia mano, hizo mal en matar al egipcio. ¿Cuántas veces hemos hecho mal uso de las cosas que Dios nos da?
Juan 10:10 dice que la función del ladrón, es decir, Satanás, es hurtar, matar y destruir. Satanás utiliza las cosas que Dios pone en ti para hacerte caer, pervierte el propósito de Dios y las características que deberían ser de bendición, ahora son mal utilizadas y te alejan de Él y del cumplimiento; el enemigo miente desde el principio y hará lo que tenga que hacer para desviarte del propósito. ¿Pero cómo lograr menguar a un hombre de convicciones y principios tan fuertes como lo era Moisés? Satanás ataca su identidad y le quita tu dignidad. Éxodo 2:13,14 Para cuando Moisés ve otra injusticia, la característica que le dio Dios se activa otra vez, pero ahora su error sale a la luz y es confrontado fuertemente: ¿Y tú quién eres para intervenir si eres un asesino? Es entonces cuando su identidad y su dignidad son expuestas de tal modo que ya no puede hacer nada. Satanás siempre te confronta con tus errores. ¿Cuántas veces nos hemos visto impedidos para hacer algo por una vocecilla que nos dice: tú no sabes, ya lo intentaste muchas veces, no puedes, no eres nadie, eres malo, eres pecador, etc?
Si alguien te recuerda tu pasado y las cosas que has hecho mal, ése es Satanás.
(Éxodo 2:15) Debido a sus malas decisiones, la vida de Moisés cambia para siempre: pasa de ser el nieto del Faraón, a ser un asesino; pasa de ser parte de la familia del Faraón, a ser perseguido por el Faraón para matarlo; pasa de ser un miembro respetado de la realeza, a ser un fugitivo. Pero mientras parece que Moisés se estaba alejando de su propósito y que el enemigo había logrado quitarle su identidad, su posición y su vida, todo era parte del proceso y el plan de Dios y Él tenía muchas otras cosas que enseñarle dentro de una preparación especial para cuando llegara el momento preciso en el que cumpliría con su misión.
Todas las cosas que vivimos y las que no vivimos, todas las personas que nos rodean y las que no hemos conocido, todas las cosas que tenemos y las que no tenemos, todas las circunstancias en las que nos encontramos, nos llevan al: conocimiento, entendimiento y ejecución de nuestro propósito.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados” - Romanos 8:28 -