La misión...


"Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca ; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abra
zado."

- Salomón, Proverbios 4:5-9 -

martes, 6 de septiembre de 2011

DIOS ESTÁ EN EL SILBO APASIBLE

1Reyes 19:11,12
El Espíritu Santo (Dios mismo) siempre se hace presente cuando se le necesita. Jesús prometió que el Consolador (Espíritu Santo) iba a estar con nosotros siempre (Juan 14:16,17); y cuando dice que estará con nosotros, quiere decir que ha estado y estará presente en cada aspecto de nuestras vidas: cada decisión, cada experiencia, en los buenos y en los malos ratos, con las buenas y con las malas personas, en fortaleza y en debilidad, en el gozo y en  la tristeza. Pero no solamente está presente, sino que está activo en nosotros. El Espíritu Santo se manifiesta de acuerdo a la necesidad. Un consolador es aquél que siempre tiene la palabra correcta y que siempre sabe qué es lo mejor.
Dios es soberano en su forma de actuar, tiene sus propios métodos de acción: casi nunca son los más ortodoxos, pero son efectivos. Muchas veces no entendemos porqué Dios actúa y responde de tal o cual forma, pero podemos estar seguros de que Él va a traer la respuesta. La respuesta siempre viene bajo los términos de Dios:
+ Donde Él quiere
+ Cuando Él quiere
+ Como Él quiere
Cada vez que nos encontramos en pruebas, Dios encuentra una manera de manifestarse y hacernos saber que está con nosotros. No siempre es como quisiéramos, es como Él cree mejor. A veces quisiéramos que la respuesta de Dios llegara rápidamente y bajo nuestras propias condiciones: donde queremos, cuando queremos y como queremos. Pero como nuestro Padre, Dios no siempre nos da lo que queremos, pero siempre nos da lo que necesitamos. Si no entendemos esto, podemos fácilmente desesperarnos, desanimarnos, hacer nuestro berrinche o lo que es peor: darnos por vencidos.
Jesús, como hijo de Dios, entendía muy bien esto. Cuando ora el “Padre nuestro”, menciona: hágase tu voluntad en la Tierra y en Cielo. Pero nosotros oramos y nos comportamos al revés: hágase mi voluntad en la Tierra y en el Cielo. Queremos que Dios endose su voluntad a la nuestra. Pero ¿quién tiene una mejor perspectiva de las cosas? ¿el padre o el hijo?
El profeta Elías acababa de vivir una victoria muy importante (1Reyes 18:1-46): Dios había mostrado su poder delante de todo el pueblo haciendo caer fuego del cielo sobre el sacrificio, Elías acababa de demostrar que Dios era poderoso y que estaba con él, había humillado a la reina Jazabel junto con su dios Baal y sus profetas. También acababa de orar para que lloviera después de 3 años de sequía y Dios contestó. Hasta aquí todo iba bien, parecía que después de haber permanecido como fugitivo por 3 años, las cosas por fin empezaban a mejorar, que todo lo que emprendía resultaba bien, que Dios ya estaba respondiendo y que le respaldaba en todo. Pero entonces viene otra recaída: cuando la reina Jezabel se entera de todo lo que Elías había hecho, se enfada tanto que amenaza con matarlo (1Reyes 19:1,2); y cuando el profeta se da cuenta del peligro que corría, también él decidió correr (1Reyes 19:3)… y viene otra vez al exilio, otra vez a la derrota, otra vez a la tristeza y al desánimo, a esconderse. Parecía que todo el gozo y la confianza que acababa de sentir se había esfumado… es fácil tener la certeza de que Dios está con nosotros cuando las cosas van bien, pero cuando las cosas van mal, parece que Dios nos ha abandonado. Pero ya dijimos que la promesa es que el Consolador está siempre con nosotros: aquél que siempre tiene la palabra correcta y que siempre sabe qué es lo mejor.
Entonces Elías actúa como muchas veces nosotros hemos actuado: se queja amargamente, desanimado y se menosprecia a sí mismo (1Reyes 19:4). Parecía que Dios jugaba con él… ¿qué Dios no había ya tratado con él? le había sacado del exilio y le había usado grandemente, y ahora volvía a lo mismo… ¿entonces no sirvió? Más bien, Dios tenía algo nuevo que enseñarle:
+ Primero le enseñó que Él tenía el poder para hacer lo imposible.
+ Ahora quería enseñarle Su soberanía, y que así como tenía el poder para consumir con fuego, también tenía el poder para obrar sanidad.
Dios es fuerza y vigor, pero también es paz y tranquilidad. Muchas veces esperamos que Dios se manifieste como nosotros esperamos, pero Dios, a través del Espíritu Santo se mueve de acuerdo a la necesidad.
1Reyes 19:5-8 A pesar de que Elías corre y se aleja, Dios está con él, le acompaña donde quiera que va, y está al pendiente de sus necesidades. Así también sucede con nosotros: a pesar de que a veces nos desesperamos, nos desanimamos, nos alejamos y hasta renegamos, Dios siempre está al pendiente de nosotros y no nos deja, porque aún tiene algo que enseñarnos. 1Reyes 19:9-12 Elías es llevado a Horeb porque Dios iba a pasar por ahí, pero antes de eso Dios le hace una pregunta interesante: ¿qué haces aquí? Como esperando que él pudiera entender que lo que había pasado había sido necesario para que viera a Dios manifestarse. Pero Elías le repite de nuevo su queja con un aire de desesperación y reclamo; entonces Dios lo saca de la cueva donde está metido justo en el momento que Él pasaba por ahí. Elías esperaba ver a Dios manifestarse con poder como antes, y que le hiciera justicia; él esperaba verle en el viento recio… pero Dios no estaba ahí, él esperaba verle en el terremoto… pero Dios no estaba ahí, él esperaba verle otra vez en el fuego… pero Dios tampoco estaba ahí.
1Reyes 19:13,14 Dios estaba en el silbo apacible y delicado. Dios se estaba manifestando de la manera en que Elías menos se hubiera imaginado. Pero era la manera correcta. Elías comprende, se arrepiente y reconoce a Dios, y cuando Dios le vuelve a preguntar de nuevo: ¿qué haces aquí?, él vuelve a contestar lo mismo, pero ahora en un tono distinto, con entendimiento distinto.
Elías creía necesitar viento, terremoto y fuego, cuando en realidad necesitaba paz, sanidad y dirección. Necesitaba un silbo apacible.
1Reyes 19:15-18 Dios le hace ver que ya tenía dispuestas todas las cosas, que ya había tomado la situación en Su control. Él sabía lo que Elías necesitaba y lo que anhelaba y lo que le preocupaba; pero Dios iba a actuar: donde Él quisiera, cuando Él quisiera y como Él quisiera. Por ahora Él quería manifestarse a Elías con paz y darle tranquilidad mientras llegaban las cosas prometidas, porque era lo que él necesitaba. Ahora Dios le asigna su siguiente misión, en señal de que había completado Su trato con él.
Dios no siempre nos da lo que queremos, nos da lo que necesitamos. Dios no siempre actúa como queremos, actúa de la mejor forma.