La misión...


"Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca ; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abra
zado."

- Salomón, Proverbios 4:5-9 -

miércoles, 25 de enero de 2012

¿QUÉ ES LO QUE VES CUANDO CORRES?

Hebreos 12:1
La vida en Cristo y con Cristo, es una carrera; y una carrera con todo lo que implica: prepararte, entrenarte, correr, esforzarte, disciplinarte, aguantar, pero sobre todo, completarla…
Pero también una carrera puede ser vista como un proceso de aprendizaje que incluye: aprender lecciones (incluso repasarlas varias veces), ser constante, esforzarte, pero sobre todo, graduarte…
El autor de Hebreos ve la vida en Cristo como una carrera que todos debemos de completar, pero que desafortunadamente cada quién corre a su paso, con sus propias técnicas y con sus propias fuerzas; todos corremos de distintas formas: impacientemente, indisciplinadamente, inconstantemente. Todos corremos con pesos diferentes sobre nosotros; queremos correr la carrera cargados: cargados de problemas, cargados de preocupaciones, cargados sentimentalmente e incluso cargando a otros.
La vida en Cristo es una carrera que tiene una meta definida. Pero al parecer todos tenemos metas distintas (Hebreos 12:2). La meta es Jesús, y debemos poner la mirada en Él, puesto que corrió una carrera perfecta… y también se graduó con honores.
¿Qué es lo que ves cuando corres?
¿Al autor y consumador de la FE? ¿O al autor y consumador de la duda? ¿A Jesús o a ti mismo y tus carencias y obstáculos? Es importante poner los ojos en la meta, no en el transcurso; si no estás viendo la meta, puedes acabar en cualquier lugar y sin saber cómo llegaste ahí…
¿Cómo corres la carrera? 
¿Cargado, liviano, paciente, inconstante, disciplinado, apresurado, concentrado en la meta o distrayéndote por el paisaje?... No es una carrera fácil, no muchos pueden correrla y no muchos pueden completarla; pero tenemos ya el precedente de que alguien nos marcó la ruta indicada, para probarnos que es posible graduarse… (Hebreos 12:3).
En ocasiones hay oposición que nos reduce la velocidad en el trayecto: tus cargas personales (tus problemas, tus limitaciones, tus “carencias”) y el pecado que te asedia. De cualquier forma, el que alguno de los dos te afecte es tu responsabilidad, porque la única persona que podría frenarte, eres tú mismo… por falta de disciplina. Siendo una carrera en la que tenemos que graduarnos, hay ciertas cosas que tenemos que aprender.
Hebreos 12:5,6:
a) La disciplina es enseñanza.
b) Aquel que enseña, ama.
c) Aquel que ama, disciplina.
El Señor nos disciplina en nuestro andar por amor, porque la disciplina es necesaria para completar la carrera, porque Él desea que completes la carrera. Hebreos 12:7,8 ¿Eres hijo de Dios?... queremos los beneficios de la heredad, pero no las responsabilidades. Si pretendemos llevar esta carrera sin disciplina, no estamos corriendo como hijos, estamos corriendo por nuestra cuenta…
La disciplina produce vida… Hebreos 12:9
La disciplina produce santidad… Hebreos 12:10
La disciplina produce justicia… Hebreos 12:11
La disciplina no es causa de gozo para quienes no la han probado, y la falta de disciplina tiene sus propios frutos nada apacibles y totalmente contrarios a la justicia. Pero si hemos vivido toda una vida sin disciplina y nos ha llevado a tomar malas decisiones y tener pobres consecuencias, ¿por qué no tomar la disciplina reservada sólo para los Hijos y cambiar el rumbo de nuestras vidas?
Si podemos empezar nuestra carrera con los ojos fijos en la meta, y si empezamos a mirar al autor y consumador de la fe, a aquel que completó la carrera para mostrarnos que se podía completar, y si seguimos la disciplina que es necesaria, podremos lograrlo, no importando cuánto tiempo nos tome.
Porque entonces podremos tener la misma seguridad con la que Pablo exhortaba a los filipenses a que no se rindieran…
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
-Filipenses 3:13,14-